Ser autoexigente, ambicioso y estar siempre pensando en ser productivos puede llegar a dañar nuestra salud física y mental, estar constantemente trabajando sin parar para descansar es agotador.

Por consiguiente al final de la jornada nos sentimos cansados porque sentimos que no llegamos a cumplir con todo lo que tenemos propuesto, la autoexigencia siempre está presente y crees que debes esforzarte más.

Actualmente la autoexigencia nos impide disfrutar de nuestra vida diaria, porque solo estamos pensando más en producir que en descansar, la sociedad del rendimiento está convirtiéndose en esclavos del trabajo.

¿Qué es la sociedad del rendimiento y cómo salir de ella?

La sociedad del rendimiento es término para describir la forma en la que vivimos y habitamos en sociedades modernas, en un momento en el que ya no existen presiones que nos esclavicen y seremos aparentemente libres para lograr el éxito o autorrealizarnos.

Descansar y salir de la sociedad del rendimiento es posible, aunque se ha normalizado este modo de vida, lo cierto es que puede ser muy perjudicial, el estrés constante, la hiperactividad nos genera ansiedad y depresión que nos llevan a una falta de motivación.

Nuestra sociedad se deteriora y nuestro ánimo puede llegar a empeorar, así como nuestra relación con otras personas, es que cuando solo estamos centrados en nosotros mismos, solo en progresar y en competir con otros es que terminamos aislados incluso de nuestra familia.

Para comenzar a valorizar el descanso, es necesario tomar medidas y prioridades en el que el descanso resulta ser esencial, por ello es recomendable realizar los siguientes cambios:

Permitirnos sentir emociones humanas: sin tener que negar o dejar a un lado los sentimientos que nos incomodan, dejar de pensar en que solo haciendo cosas dejaremos de sentir.

Disminuir los niveles de autoexigencia: establecer prioridades y metas diarias, así como estándares realistas para no sentirnos sofocados al final del día y que hayamos cumplido con parte de nuestros objetivos.

Aprender a vivir el presente: es recomendable disfrutar cada actividad con calma, disfrutar de la compañía de las personas con las que se está en ese momento, además de practicar el mindfulness como estilo de vida.

Dejar de competir con otros: lo recomendable es mirar nuestro progreso de forma individual, es decir, comprará nuestro progreso del pasado con lo que hemos avanzado en la actualidad.

Darle prioridad al descanso y al silencio: en la rutina del día a día, hay que dejar de percibir estos espacios o actividades como algo negativo, por el contrario, hay que comprender que el aburrimiento y las flexiones son necesarias para que florezca la creatividad y el bienestar.

Disfrutar del proceso y no del resultado: esto implica ser benevolentes y flexibles con nosotros mismos en nuestras actividades diarias, además de aceptar cada tropiezo y frustración como parte del camino que vivimos para alcanzar nuestras metas.

Finalmente, la sociedad del rendimiento nos agota física, mental y espiritualmente, lo importante es que pensemos y tomemos conciencia del daño que esto puede llegar a hacernos y desligarnos de ese ritmo frenético de actividades laborales.

 

 

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